Si tu gato presenta vómitos frecuentes, diarrea persistente o pérdida de peso sin una causa aparente, es posible que esté lidiando con una enfermedad poco conocida pero bastante común: la enfermedad inflamatoria intestinal felina, conocida como IBD en gatos (por sus siglas en inglés, Inflammatory Bowel Disease). Esta condición puede afectar seriamente la salud y calidad de vida de tu compañero felino si no se detecta y trata a tiempo.
En este artículo te explicamos qué es la IBD, cuáles son sus síntomas, causas, diagnóstico y tratamiento, para que puedas tomar decisiones informadas como tutor responsable.
La IBD en gatos es un trastorno gastrointestinal crónico que ocurre cuando las células inflamatorias se infiltran en el revestimiento del tracto digestivo, especialmente en el intestino delgado. Esta inflamación dificulta la absorción de nutrientes y altera el funcionamiento normal del sistema digestivo, lo que provoca una serie de síntomas molestos que afectan tanto al gato como a su tutor.
Aunque la causa exacta de la IBD aún no está completamente definida, se cree que es una respuesta inmunitaria anormal del organismo a ciertos alimentos, bacterias intestinales o incluso al estrés. Es decir, el sistema inmunológico reacciona de forma exagerada, generando inflamación persistente en el intestino.
Los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal en gatos pueden variar según el área del tracto digestivo afectada, pero los más frecuentes incluyen:
Muchos tutores confunden estos síntomas con una simple intolerancia alimentaria o estrés, y en algunos casos, el diagnóstico se retrasa meses o incluso años. Por eso es fundamental no normalizar los vómitos esporádicos o las diarreas frecuentes: un gato sano no vomita ni tiene diarrea de forma habitual.
Aunque no hay una única causa definida, los factores más implicados en el desarrollo de la IBD felina son:
La inflamación crónica puede llevar, si no se controla, a complicaciones más graves como linfangiectasia intestinal (pérdida de proteínas), deficiencias nutricionales o incluso linfoma intestinal.
El diagnóstico definitivo de la IBD en gatos se realiza mediante biopsias del tracto gastrointestinal. Estas biopsias permiten observar los cambios microscópicos en los tejidos intestinales y confirmar la presencia de inflamación crónica. En nuestra clínica contamos con equipo especializado de endoscopía que nos permite tomar estas muestras de forma menos invasiva y con una recuperación más rápida para el gato.
Antes de llegar a la biopsia, también se realizan estudios complementarios como análisis de sangre y orina, pruebas de parásitos, ecografías abdominales y dietas de eliminación, para descartar otras enfermedades con síntomas similares como infecciones, linfoma, hipertiroidismo o intolerancias alimentarias.
El tratamiento de la IBD en gatos debe ser personalizado y suele incluir una combinación de estrategias:
Es importante que todo tratamiento sea supervisado por un médico veterinario, y que el tutor observe con atención los cambios en el comportamiento, apetito y heces del gato.
La IBD en gatos es una enfermedad crónica pero manejable si se detecta a tiempo. Como tutor, es fundamental prestar atención a los signos sutiles de malestar gastrointestinal y buscar ayuda veterinaria especializada. No subestimes los vómitos ocasionales ni las diarreas repetidas: pueden ser la señal de una condición más seria que afecta el bienestar de tu compañero felino.
En Doctora Cats, nos comprometemos a brindar información actualizada, apoyo profesional y un enfoque centrado en el bienestar de los gatos. Si sospechas que tu gato podría tener IBD o cualquier problema digestivo crónico, no dudes en acudir con un especialista y brindarle la atención que merece.
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